Encuentre una huella clara y definida que haya dejado su marido
y cuidadosamente coja la tierra o arena de donde la haya dejado
más, si es necesario, plante una flor de caléndula que, a partir de
ese momento, deberá cuidar y nutrir. Cada vez que florezca también
lo hará el matrimonio. Este hechizo en particular proviene de los
gitanos asentados en el sudoeste de Inglaterra. Los del norte de
Inglaterra sostienen que en el tiesto debería agregarse tierra que
haya pisado el conyugue que practica el encantamiento.
Mari Santera